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El Río Tajo
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La localización geográfica de Aranjuez, en la confluencia del mayor río de la península ibérica, el Tajo, y su principal afluente, el Jarama, ha marcado la existencia histórica del Real Sitio, y su peculiar climatología y vegetación. En el contexto
de la meseta castellana, Aranjuez aparece como una isla frondosa de riqueza natural espontánea, gracias a la abundancia de agua y a la fertilidad de los suelos sedentarios del valle que forman ambos ríos. Además, la aportación humana añadió un extenso sistema de regadíos,
formado por canales, acequias y caceras, que dieron lugar a los jardines, los sotos y las huertas.
El paisaje de Aranluez, por tanto, agrupa todos los aspectos necesarios para la residencia del hombre y el desarrollo natural, armoniosamente reunidos en un conjunto de ciudad que, como indica la paisajista Carmen Añón, presidenta del Comité ICOMOS-UNESCO, agrupa jardines, sotos, huertas, lagunas, riveras y páramos, cuyo estado final resulta de la acción combinada de varios factores físicos o históricos. La belleza y riqueza del Tajo no deja de notarse en la fisonomía del Real Sitio. La ciudad es abrazada por el río, canalizado y doblegado. La historia de Aranjuez es la historia del Tajo y el esfuerzo por dominar los ríos: contenerlos, cruzarlos, retenerlos, navegarlos. Los cauces crearon las condiciones de un complejo sistema, con referencias árabes y medievales, enriquecido por los ingenieros renacentistas e ilustrados. El valor económico del agua se hace realidad en cultivos y explotaciones agrarias. Pero su valor simbólico, como fuente de vida y alegría, también se manifiesta en aprovechamientos lúdicos (merenderos, embarcaciones, baño) y como marco de festejos y celebraciones (Descenso Pirata del Tajo, en septiembre, dentro de las Ferias del Motín, declaradas de interés turístico nacional). Además, las escorrentías de los montes recogidas en embalses, como el Mar de Ontígola, alimentan los estanques y las fuentes de los jardines. Aranjuez tuvo astilleros, flotas y marinos. Estatuas que son ríos, columnas de Hércules, fuentes de Narciso y de Neptuno..., todo celebra al agua como origen mítico y físico del paisaje. Tajo y Jarama forman, en definitiva, la naturaleza y razón de ser de Aranjuez. El río, presente en la historia, el arte, la arquitectura la sociedad y la cultura del Real Sitio y Villa con caracteres gastronómicos (los «gangos» o merenderos), lúdicos (embarcaciones y paseos en harca) deportivos (tradición y éxitos en el Club Escuela de Piragüismo, la pesca y en el Raphel Nacional del Tajo), festivos (Descenso Pirata del Tajo) economicos (agricultura y ganadería), culturales y sociales, y en este último ámbito la riqueza ecológica del agua. En la ribera, se conjugan infinidad de especies de flora y fauna, de indudable riqueza: los excepcionales Carrizales de Villamejor, sobre el Arroyo de Martín Román, donde abundan los avetoros y los aguiluchos laguneros; los últimos sotos de ribera y bosques, en los parajes de Villamejor, Legamarejo, Sotomayor, Rebollo, La Flamenca y Las Infantas, con presencia frecuente de garzas y martinetes, anades y patos, galápagos y torcaces, perdices y codornices, liebres y conejos; o la reserva del Regajal, enclave protegido de mariposas.
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