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Lugares turísticos de Aranjuez (1ª Parte)

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Introducción
Jardín de la Isla
Palacio Real
Jardín del Príncipe
Jardín del Parterre
Casa del Labrador
Más lugares turísticos (2/3)

Introducción

Aranjuez es una ciudad eminentemente turística. El turismo es uno de los principales motores del desarrollo de la ciudad. Este Real Sitio y Villa, íntimamente ligado a la Corona ofrece a sus visitantes una cantidad inmensa de atractivos que permiten albergar todo tipo de inquietudes.

Aranjuez no es sólo sus jardines y Palacios, es mucho más. Evidentemente es imposible desligar nuestra ciudad de su componente histórico, de su Palacio Real, de la Casa del Labrador, del Museo de Falúas o de los jardines del Príncipe o de la Isla, visitados todos los años por cientos de miles de turistas. Pero existen otras posibilidades, si cabe, tan atractivas, para diferentes tipos de turismo.

Aranjuez es un inmenso monumento verde. Su río, su entorno natural, los sotos históricos, ofrecen parajes únicos y que a veces son poco conocidos por el visitante. A la alternativa del turismo histórico y cultural, también se le puede ofrecer la del turismo natural o medioambiental. Las Doce Calles, un entramado de paseos arbolados que rodean las Huertas Históricas de Aranjuez. Cada árbol centenario de los que los forman es un monumento por sí solo. Su configuración, elaborada en su día por la mano del hombre y constituida como un paraje único en el mundo, hace que en estos momentos se esté en trámite para su declaración como Paisaje de la Humanidad. Recuperar los paseos a caballo por estas zonas es uno de los retos sobre los que se está trabajando desde las diversas administraciones. El Mar de Ontígola, área protegida y de singular interés por la variedad de especies faunísticas y vegetales que lo pueblan, es otra de las zonas de obligada visita.

Nuestro río, el Tajo, es fuente de vida para la ciudad. A pesar de su deterioro en los últimos años sigue siendo de un atractivo incuestionable. Los paseos en barca o en piragua por su cauce o a pie o en bicicleta por sus riberas ofrecen un singular encanto.

Pero el entorno urbano del Casco Histórico de Aranjuez ofrece también oportunidades al visitante de un extraordinario valor. Un casco con un trazado regular y único. Edificios y monumentos con un evidente valor histórico como el Hospital de San Carlos, las Iglesias de San Pascual, Alpajés y San Antonio, el Antiguo Cuartel de Pavía, el Palacio de Godoy, la Plaza de Toros, que en 1997 cumple su segundo centenario, las corralas del casco, etc.

En definitiva, unos atractivos variados que unidos a otros factores como la riqueza gastronómica, la oferta cultural ofrecida a través del Centro Cultural lsabel de Farnesio, la nave de cambaleo y otras iniciativas, una oferta de ocio en pleno desarrollo y el especial encanto que ofrece esta ciudad, hace de Aranjuez un lugar obligado, no sólo de paso sino de parada y fonda para todos sus visitantes.

Palacio Real

El Palacio Real de Aranjuez se levanta a la orilla izquierda del Tajo. Anteriormente hubo en el mismo lugar una casa-palacio perteneciente a los Maestres de Santiago.

Los orígenes del Palacio se remontan al año 1561 cuando Felipe II ordenó su construcción al arquitecto Juan de Herrera. Bajo los Austrias se edificaron la capilla, la torre sur y parte del cuerpo central. El palacio sufrió graves incendios en los años 1660 y 1665, pues buena parte del edificio era de madera. La estructura actual es del período borbónico.

Felipe V ordenó su trazado al arquitecto Pedro Caro Idrogo en 1717. La fachada principal es obra de Giocomo Bonavia en tiempo de Fernando VI y las dos alas laterales, así como la capilla pública, son obra de Sabatini a mediados del reinado de Carlos III.

La ornamentación del gran edificio es de ladrillo visto con zócalos, ángulos, cornisas, marcos de ventana, balcones y puertas en piedra de Colmenar.

En su interior se guardan pinturas de Lucas Jordán, Vicente López y Esquivel entre otros. Muebles de diversos estilos, colecciones de relojes, lámparas y esculturas ofrecen una idea de la importancia que los sucesivos reyes dieron a este palacio.

Merece destacarse por su interés, ya que por sí sola merece la visita a este palacio, la Saleta de Porcelana, que fue la predilecta de Carlos III, modelada casi en su totalidad por Giuseppe Gricci. Sus muros y bóvedas están recubiertos con grandes paramentos de porcelana, atornillados a un armazón de madera invisible. Fue valorada como la obra maestra de la Fábrica que en 1760 ordenó construir en el Buen Retiro el rey Carlos III.

Sus escenas evocan fábulas y leyendas orientales de carácter costumbrista.

Jardín del Parterre

Se encuentra en la fachada este del Palacio. El proyecto de este parterre, de tipo de jardín inglesado bajo, fue del jardinero francés Esteban Boutelou. El emplazamiento de sus fuentes data de la época de Fernando VII. La puerta de entrada principal está formada por dos garitas de piedra, de estilo Luis XIV. La primera fuente del jardín está dedicada a Hércules y sus hazañas y es obra del arquitecto Isidro González Velázquez. Detrás se halla la fuente de Ceres y al final la de las Nereidas. A su izquierda se halla el pequeño jardín de las Estatuas llamado así por los catorce bustos de emperadores romanos y personajes de la antiguedad clásica que lo rodean.

Jardín de la Isla

Se halla en la que forman el Tajo y la ría. Sus paseos están jalonados por fuentes: la Boticaria, Hércules, Apolo, la del Reloj, la del Niño de la Espina, Venus, Diana y Baco. A la izquierda se encuentra la plaza de Neptuno que goza de la escultura más valiosa del jardín. En la ría se halla la cascada conocida como de las Castañuelas por el saltarín rumor que produce el agua al caer sobre los rellanos y abultados almendrones. En el Jardín de la Isla existe un amplio espacio utilizado como auditorio para espectáculos teatrales y musicales.

Jardín del Príncipe

Debe su nombre a Carlos IV, quien ordenó su creación siendo aún Príncipe de Asturias. Ocupa una extensión de 150 hectáreas entre el Tajo y la calle de la Reina, desde el Puente de Barcas hasta el Puente de la Reina.

De su construcción se encargó el notable maestro jardinero Esteban Boutelou, siendo la verja y los Chinescos obra de Juan de Villanueva.

Entre sus fuentes destacan la de Narciso, espléndida obra de Joaquín Dumandre, y la de Apolo, en mármol de Carrara.

Casa del Labrador

En uno de los rincones más atrayentes del Jardín del Príncipe, entre magnolios, arces y tilos, Carlos IV, siendo aún Príncipe de Asturias, ordenó la construcción de la Casa del Labrador.

Edificación de recreo, de estilo neoclásico, según proyecto del arquitecto Isidro González Velázquez, su arquitectura y decoración se ajusta al gusto y a la moda de finales del XVIII.

Contiene pinturas de Bayeu, González Velázquez y Lapelli, así como una hermosa colección de objetos suntuarios. Entre sus salas hay que destacar el Gabinete de Platino, excepcional por su lujo y suntuosidad, con un auténtico alarde de incrustaciones de oro, platino y bronce. Dentro del más puro estilo imperio, es, tal vez, en su clase, el más importante de Europa.



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